Hay vidas que no construyen muros ni cátedras: construyen puentes invisibles.
Roma, octubre de 2025.
La educadora italiana Sofia Corradi, conocida como “Mamma Erasmus” por haber inspirado uno de los proyectos más transformadores de la integración europea, falleció a los 91 años en la capital italiana. Su nombre, que durante décadas circuló entre aulas y universidades del continente, se convirtió en sinónimo de movilidad académica, cooperación cultural y juventud europea.
Nacida en 1934, Corradi estudió Derecho en la Universidad de Roma y amplió su formación en la Universidad de Columbia, en Nueva York, gracias a una beca Fulbright. A su regreso, descubrió que su título extranjero no era reconocido por el sistema italiano. Aquella frustración se transformó en una idea revolucionaria: crear un mecanismo que garantizara el reconocimiento mutuo de estudios en toda Europa.
A partir de esa intuición, Corradi desarrolló una labor incansable dentro de universidades, organismos internacionales y redes académicas. Desde la década de 1970 propuso, defendió y negoció con rectores, ministros y burócratas hasta convertir su visión en política pública. En 1987 nació oficialmente el Programa Erasmus, concebido como un proyecto de movilidad estudiantil paneuropea y respaldado por la entonces Comisión de la Comunidad Europea.
Desde entonces, más de 16 millones de jóvenes han cursado parte de sus estudios en otro país del continente, generando una cultura común que traspasa fronteras y lenguas. Instituciones como la Comisión Europea, el Consejo de Europa y el Parlamento Europeo reconocieron en Corradi a una pionera del “europeísmo cívico”, capaz de convertir la educación en un instrumento de paz.
Durante su carrera docente en la Universidad Roma Tre, impartió clases sobre derecho internacional y políticas educativas comparadas. Sus colegas la recuerdan como una mujer rigurosa, pero también apasionada por la dimensión humana del aprendizaje. “Su verdadero legado fue demostrar que estudiar en otro país es aprender también a convivir con la diferencia”, señaló una ex alumna.
Diversos centros académicos, entre ellos el Instituto Europeo de Florencia y el Servicio Alemán de Intercambio Académico (DAAD), lamentaron su partida y subrayaron que su iniciativa sentó las bases de programas posteriores como Erasmus+, Marie Curie Actions y Horizon Europe. Para muchos investigadores, Corradi tradujo el ideal comunitario de integración en un lenguaje accesible: el de la oportunidad individual.

El presidente italiano expresó que “su obra consolidó una Europa joven, curiosa y solidaria”. En Bruselas, la presidenta de la Comisión Europea recordó que “millones de historias personales llevan la huella silenciosa de Sofia Corradi”.
A lo largo de su vida recibió distinciones de la UNESCO, del Consejo de Europa y del Gobierno italiano. Sin embargo, su mayor orgullo fue escuchar a estudiantes describir el Erasmus como “la mejor decisión de su vida”. En una de sus últimas entrevistas, Corradi resumió su filosofía con una frase que hoy recorre las redes universitarias: “El conocimiento no pertenece a los países; pertenece a quienes tienen el coraje de cruzar las fronteras”.
Su muerte cierra un capítulo de la historia europea, pero deja abierto un horizonte compartido. Desde Roma hasta Helsinki, desde Lisboa hasta Varsovia, cada estudiante que viaja bajo el espíritu del Erasmus prolonga la misión de una mujer que convirtió la educación en una forma de unión política y emocional.
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